lunes, 20 de mayo de 2013

COMPARTIENDO PARTE 2 **


4. Has oración de alabanza
El Señor es grande y poderoso (1 Crónicas 29,10-13), El nos eligió y no al revés (Juan 15, 16). Aprende a alabarlo; si te cuesta hacerlo, recurre por ejemplo a los Salmos, como el Salmo 63 (62). Cuando trates de usar tus propias palabras, recuerda que no son las palabras bonitas las que quiere el Señor, sino las palabras del corazón, pues no debe dudar en proclamar su amor por Dios como lo hace La Escritura en el Salmo 18(17), 2-3.
5. Reconoce que eres pecador y perdona de corazón.
¿Podrás decir con el salmista "Revísame, Señor, y ponme a prueba; pon en el crisol mi conciencia, mi corazón" (Sal 26, 2)?
No puedes engañar Al Que Todo lo Ve, así que se consiente de tus limitaciones humanas y en especial de tu condición de pecador (Efesios 5, 15-20) No olvides las palabras de San Juan: "Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros." (1Jn 1, 8). En este punto es preciso recordar el llamado a participar en el sacramento de la reconciliación, pero ten presente que la confesión sola no te servirá si no remedias desde tu corazón tu situación de pecado. Eso de que "el que peca y rez empata" es una blasfemia.
Lo anterior también significa que hay que invocar la compasión de Dios, para que con su inmenso amor nos conduzca de nuevo a sus senderos (Salmo 51, 3-14) y jamás culpes a Dios por las caídas que has tenido (Eclesiástico 15) ni de las pruebas porque Dios no prueba a nadie (St 1, 13), aunque ciertamente el Señor, como padre amoroso, ejerce corrección sobre nosotros a ver si reaccionamos (Hech 12, 5).
Quizás más importante es que perdones de veras (1 Pedro 3, 9-10).
6. Deja que el Señor hable
Ten momentos de silencio con el Señor y ábrele tu corazón para que puedas escucharlo (Salmo 66,20). Tal vez no le has dado la oportunidad a Dios de hablarte (1 Samuel 3, 1-10).
7. Ora según la intención que tengas
Lee Jeremías 33, 2-4.
Si estás en medio de una prueba, pide primero porque se haga la voluntad de Dios y que el Espíritu Santo te guíe para salir adelante (Santiago 1, 2-8) pues de El proviene la verdadera fuerza (2 Corintios 1,21-22; Habacuc 3,17-19) y es quien nos lleva por donde nos conviene (Isaías 30, 20-21). Si estás con Dios, nada debe preocuparte, porque Dios vela porque ninguna prueba sea superior a tus fuerzas (1 Cor. 10, 13).
Has la petición que consideres, pero con fe (Mat, 11, 24-26).
8. Da gracias a Dios
Lee el salmo 147,7-11 y el salmo 92 (91). ¿Sabías que esa es la vocación del cristiano (1 Tesalonicences 5, 16-24)? Qué grande es el Señor y cuantas cosas nos regala cada día (Salmo 138,1-5) de modo que no ahorres palabras de agradecimiento para El .
9. Despídete del Señor y ponte en sus manos
No le digas adiós al Señor, sino "hasta el siguiente momento de oración". Como dice Pablo, "Han recibido a Cristo Jesús como el Señor; tomen, pues, su camino. Permanezcan arraigados en él y edificados sobre él" (lee el pasaje completo en Colosenses 2, 6-10). Así lo reitera Pedro en 2 Pedro 1, 3-8.
10. Se persistente en orar
Orar en realidad no es un momento: es un proceso permanente de acercamiento a Dios. Tienes que ser constante en orar, pues solamente en la espiritualidad en Cristo se llega a ser verdadero hijo de Dios (Juan 3, 1-6; Juan 15, 7-11).
Palabras finales
Que todo lo anterior te permita acercarse más a Dios, y que se produzca la rendición de tu espíritu a su infinito amor (Efesios 6, 10-18), de lo cual debe darse testimonio en todo momento (Romanos 10, 9-10).

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