jueves, 6 de junio de 2013

MATUTINA DEL JUEVES 06

LA TAREA DE HOY

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado. Juan 17:24.
Cristo era infinito en sabiduría, y sin embargo resolvió aceptar a Judas, aunque sabía dónde estaban sus imperfecciones de carácter. Juan no era perfecto; Pedro negó a su Señor. Sin embargo, con hombres así se organizó la iglesia cristiana primitiva. Jesús los acepto para que pudieran aprender de él lo que constituye un carácter cristiano perfecto. La ocupación de cada cristiano es estudiar el carácter de Cristo. Las lecciones que Jesús impartió a los discípulos 110 siempre armonizaban con su razonamiento... El Redentor del mundo siempre buscaba llevar la mente de lo terreno a lo celestial. Cristo constantemente les ensenaba a sus discípulos, y sus lecciones sagradas tuvieron una influencia moldeadora sobre su carácter. Solo Judas no respondió a la instrucción divina. Según toda apariencia era justo, y a la vez cultivaba su tendencia a acusar y condenar a los demás... Judas era egoísta, envidioso y ladrón, pero aun así se contaba entre los discípulos. Era defectuoso de carácter, y no practicaba las palabras de Cristo. Afirmo su alma para resistir la influencia de la verdad; y al paso que criticaba y condenaba a otros, descuidaba su propia alma, y fomentaba y fortalecía sus malos rasgos naturales de carácter, hasta que se endurecieron de modo que vendió a su Señor por treinta piezas de plata.  ¡Oh, animemos a nuestras almas a mirar a Jesús! Digámosle a todo el mundo cuan peligroso es descuidar la salud eterna del alma al contemplar las almas enfermas de otros, al hablar de la fealdad del carácter que se encuentra en los que profesan el nombre de Cristo. El alma no se vuelve más y más como Cristo al contemplar el mal, sino similar al mal que contempla...  Recordemos que nuestro gran Sumo Sacerdote está abogando ante el Trono de misericordia a favor de su pueblo secuestrado. Él vive siempre para interceder por nosotros... La sangre de Jesús aboga con poder y eficacia por quienes han apostatado; por los que son rebeldes; por quienes pecan contra gran luz y amor... El no olvidara a su iglesia en el mundo de tentación —Review and Herald, 15 de agosto de 1893; parcialmente en A fin de conocerle, p. 184.
tomado de las meditaciones de Elena G. de White

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